No hay un sólo tipo de constructivismo. Existen constructivismos pedagógicos (Piaget, Maturana, Vigotsky), gnoseológicos (Kant), existencialistas (Sartre), sociales (ingeniería social), políticos (marxismo), sexuales (teoría de género), etc. Pero, lo que unifica el concepto de constructivismo respecto de todos los tipos, es el supuesto de que NO HAY UNA REALIDAD DADA que uno deba conocer y respetar antes de actuar. No hay una naturaleza de las cosas ni menos un Creador de esa naturaleza. Por lo tanto, uno puede construir lo que quiere: construye los tipos de relación sexual que quiere, los tipos de familia que quiere, etc.
En lo pedagógico, la idea es que el chico saque TODO de su cabeza, o sea que invente, que cree, porque no hay nada real para conocer, no hay nada dado que aprehender ni nada que aprender de otros.
Es algo muy profundo de la cultura contemporánea, por eso es tan difícil luchar con esa influencia en los chicos. Aparece con el pseudo valor "tolerancia" mal entendida; aparece en "sé creativo". Y lo que es muy, muy grave, en la educación sexual. Se hace creer o por lo menos tolerar, que el sexo se hace con cualquiera, siempre que no sea forzado y previendo enfermedades -incluído el embarazo entendido como una enfermedad-; se hace creer que la identidad sexual se construye libremente y por eso se inventó el uso de la palabra “género”.
También aparece en la enseñanza de la historia porque se crea una historia que se desea acepten los futuros ciudadanos con la idea de cambiar el sentido común y lograr objetivos de ingeniería social. Pero se ve en general en todo tipo de materia, desde matemáticas hasta religión.
De ahí la importancia adjudicada a la escolarización obligatoria. No puede cumplirse con el objetivo de ingeniería social si no hay posibilidad moldear integralmente a los chicos. Esto se logra con contenidos transversales respecto de un curso y con materias -como educación sexual o construcción de ciudadanía- que se dictan desde jardín a 5º del secundario. Se consigue promoviendo algunos valores, como ‘tolerancia’, y no otros, como ‘verdad’. Se promueve haciendo ver toda afirmación como inducida por alguna ideología, o sea como creencia (si se afirma que el embrión es persona será porque es católico, si se afirma que el alma es inmortal será que se es creyente, etc). Se promueve también a través del relativismo cultural.
Además, así como puede decirse que “el medio es el mensaje”, también el método pedagógico constructivista es en sí mismo el que moldea en esta mentalidad. El constructivismo es el mensaje. Incluso, si pasando el tiempo, con métodos constructivistas los niños llegaran aparentemente a los mismos contenidos cognoscitivos al que llegarían por otros métodos, no tendrían conciencia de que son contenidos reales. Es decir, la matriz constructivista deja su huella. Eso lo palpamos los docentes universitarios desde hace tiempo. Y los padres cada vez más.
El constructivismo representa en el fondo una profunda negación del logos, o sea, de la auténtica racionalidad. En este sentido también el racionalismo, en la medida en que es constructivista, también es a-lógico. Benedicto XVI sostuvo en Ratisbona (13-09-2006) que “no actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios”, señalando los peligros del voluntarismo y del fideísmo. También enseñó que el mal es “ilógico”. “El mal no es lógico. Tan sólo Dios y el bien son lógicos, son luz.”. (Audiencia 3-12-2008) Es decir que el Papa detectó la raíz profunda de los males contemporáneos: la irracionalidad, o mejor, la a-logicidad porque ésta representa la arbitrariedad constructiva.
El concepto clásico de “conocer” como “hacerse otro en tanto otro”, implica ser capaz de aprehender la realidad, lo otro, tal cual es, y la propia naturaleza tal cual es. El método constructivista es un vicio intelectual que interfiere con la tendencia natural de la inteligencia a “recibir de la realidad” el contenido del conocimiento. El maestro debería ser el que ayuda a conocer lo real colaborando con la naturaleza racional del niño. Pero sucede lo contrario. La escuela en general sirve para crear el vicio constructivista. Y este vicio intelectual se vuelve también vicio moral cuando impide “obrar según la razón”, u “obrar según la naturaleza”. Dada la apertura de la razón y de la afectividad racional y sensible para generar hábitos, es imposible evitar que estos surjan en el niño. Por eso es que si no se generan virtudes, se construirán vicios. El constructivismo como mentalidad es un vicio intelectual opuesto a la ciencia.
El resultado es que los padres no saben por qué sus hijos van progresivamente adquiriendo una mentalidad que los predipone a abandonar la fe, tampoco saben cómo es posible que se vuelvan resistentes a los valores familiares, ni cómo es posible que habiendo pasado 12 o más años en la escuela, aproximadamente 8 horas diarias, se encuentren tan mal preparados para la universidad. De esto se asombran muchos padres cristianos. Pero en general, los problemas que presenta la escuela hoy, como violencia escolar, acoso, tribus, fracaso escolar o fracaso universitario, etc., son problemas globales que afectan más allá de los círculos creyentes.
Si los alumnos que concurren 8 horas diarias a los colegios más caros, necesitan maestros particulares o apoyo familiar para aprender lo que no aprendieron en la escuela; y si los padres no se sienten respetados en sus creencias religiosas, o en sus convicciones morales, o incluso políticas, no es de extrañar que el homeschooling se presente como la solución.
El avance sin pausa del homeschooling en todo el mundo -incluso en los países donde era desconocido este sistema de enseñanza-, es el principal testigo del rechazo progresivo por parte de las familias que van tomando conciencia del problema, a la ingeniería social y cultural de los enemigos del orden natural y cristiano.
rECIEN VEO ESTE COMENTARIO, MUY BUENO BEA.
ResponderEliminarGracias, Guada.
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