"...esto es lo que los dioses nos han transmitido como método de búsqueda, de descubrimiento y enseñanza; pero los sabios de hoy día hacen lo uno al azar, más rápido o más lento que lo necesario y, luego de lo uno ponen inmediatamente lo infinito; en cuanto a los mediadores, los ignoran,... (inversamente, de lo infinito) no hay que ir inmediatamente a lo uno...". Platon; Filebo; 16 e; 18 b

miércoles, 6 de julio de 2011

LOS SENTIMIENTOS



Karl Jaspers (Psicopatología general; trad. R. Saubidet; y D. Santillán; FCE; México, 1996) consideraba que es difícil en la psicología actual –aunque la gran obra es de 1913, se sigue considerando fundamental) ubicar los sentimientos dentro de los fenómenos de la vida psíquica. De ahí la importancia que nosotros damos en la psicología o antropología tomasiana en la cuestión, ya que permite un encuadre filosófico no excluyente de los aportes de otras ciencias.

A pesar de las dificultades que observa, Jaspers señala algunas perspectivas interesantes. Haremos un relevamiento de las más importantes y los relacionaremos con el encuadre clásico (op. cit.; pp. 124- 135).

División de los sentimientos

1- Fenomenológicamente los sentimientos pueden describirse como:

a) los que se refieren al yo (mi tristeza); y los que se refieren a una realidad exterior (la tristeza de un paisaje).

b) Se dejan ordenar en opuestos (placer-disgusto)

c) Sentimientos anobjetales (referidos a estados del sujeto sin motivo conciente), y sentimientos objetales (dirigidos a objetos, o sea, que tienen un motivo conciente). Es importante señalar que este ‘sin objeto’ se refiere a la imposibilidad de señalar un motivo determinado o a lo difuso del estado afectivo. Como después se verá pueden ser sentimientos anormales.

2- Según los objetos:

a) Fantasiosos o reales

b) Afirmativos o negativos

3- Según el origen:

a) sentimientos localizados de sensaciones : placer o dolor (dependen del tacto, por ejemplo).

b) sentimientos corporales totales o vitales: por ejemplo, bienestar o incomodidad (dependen de cenestesia, por ejemplo).

c) sentimientos psíquicos: por ejemplo, tristeza o alegría; (dependen de la conciencia de un bien o un mal afectando al sujeto)

d) sentimientos espirituales: por ejemplo, sentimiento de dicha espiritual. (también supone la conciencia de plenitud espiritual).

4- Los sentimientos parciales pueden agruparse formando un todo eventual: un estado sentimental. (De irritabilidad, de excitabilidad, etc.). En este punto es importante considerar que el orden de las pasiones que propone el Aquinate no descarta la posibilidad de que los sentimientos sean concomitantes y que justamente se den estos complejos. Es posible que, por ejemplo, se den conjuntamente deseo, tristeza, ira, y otros, formando un todo irritable.

5- Según la intensidad y duración:

a) Sentimiento: movimiento psíquico particular. Ejemplo: amor.

b) Afecto: los que son intensos y con manifestaciones corporales concomitantes y consecutivas intensas. En muchos casos se utiliza el término ‘pasión’ o ‘emoción’. Ejemplo: ira, deseo.

c) estado de ánimo o temple: los que son duraderos y dan colorido propio a la vida psíquica. Ejemplo: esperanzado. (Bollnow)

6- Los sentimientos se distinguen de las sensaciones, porque ellas son elementos de la percepción del ambiente y del propio cuerpo. Sin embargo hay sensaciones que forman un todo con algunos sentimientos (placer, dolor), e incluso, este complejo de sensación y sentimiento (hambre) se une al instinto o a la inclinación natural, para conformar otro todo indivisible en la experiencia.

Sentimientos anormales:

a) Sentimiento normal es el que responde a causa conciente y es proporcional a la causa en su medida o intensidad. Ejemplo: tristeza normal por la pérdida de un ser querido.

b) Sentimiento anormal por la desmesura, tanto del sentimiento como de las conductas derivadas. Tiene motivación comprensible para el sujeto. Ejemplo: tristeza excesiva con manifestaciones violentas.

c) Sentimiento anormal del tipo estado afectivo cuya causa es extraconciente. Ejemplo: estado afectivo de tristeza sin causa aparente. Su causa suele estar en algún proceso corporal.

Es particularmente interesante que los sentimientos ‘sin objeto’ sean considerados anormales, precisamente porque funcionan al modo de complejo sensación-sentimiento, pero sin que sea posible al sujeto conocer la causa orgánica que lo genera de manera inmediata, o inclusive, no puede hacerlo él mismo sin terapeuta. Ejemplo: la angustia y todos los sentimientos asociados a ella, la euforia, los falsos éxtasis (sentimiento de embriaguez psíquica) religiosos, sentimientos asociados al inicio de las psicosis, etc. Pero también se admite que este tipo de estado afectivo anormal puede darse en ciertas etapas de la vida donde hay crisis de crecimiento o cambio (pubertad, embarazo, etc.). Los casos más graves (por ejemplo en la esquizofrenia) asocian a estos sentimientos toda una recreación del mundo, un mundo separado de la realidad que el sujeto cree contemplar, que supone extrañamiento, enajenación, pérdida de contacto con lo real, etc.

Objeto: lo que se entiende en esta perspectiva descrita por Jaspers no coincide con lo que entiende la antropología clásica. Objeto aquí es un motivo o causal, externo o interno, determinado y conciente. En la psicología clásica, objeto de una pasión es lo querido, lo temido, lo esperado, lo placentero, lo doloroso, etc.; y no interesa si el sujeto ‘sabe por qué sufre’ o ‘sabe por qué está contento’; interesa que él sí sabe que sufre, o sabe que está angustiado, o sabe que está excitado, etc. El ‘contenido’ de estos sentimientos no está ausente, sino que se produce por una disposición orgánica sentida, que puede tener, por cierto, otra causa anterior no advertida o no interpretada. Hay que tener presente que la vida afectiva, lo mismo que cualquier otro aspecto de la vida humana no está atomizada, sino que sigue un curso e ‘interacciona’ con otras dimensiones anímicas.

En algunos sentimientos llamados anobjetales, como el de angustia sin causa aparente, hay una disposición corporal semejante a la de los sentimientos localizados de sensaciones que producen placer o dolor, pero en el primer caso, la causa no es conocida y además la disposición corpórea es enferma (hay que recordar que el espíritu no puede enfermarse) o nueva para el sujeto (como las nuevas condiciones orgánicas en la pubertad). El sentimiento localizado de dolor de muelas tiene una causa reconocible para el sujeto, en cambio, aunque la angustia atópica también tenga causa orgánica, no es reconocida por el que la padece.

Por su parte, K. Goldstein trabaja, en su importante obra La structure de l’organisme (trad. E. Burckhardt y J. Kuntz; Gallimard, Paris1983; pp. 247-261), el tema de la diferencia entre angustia y miedo. El último tiene un ‘objeto’ definido, permite el uso de razón, se descubre la causa, y se obra en consecuencia. Por el contrario, en la angustia no hay objeto definido, no se sabe reaccionar, solo se vivencia y conoce la angustia misma. Goldstein entiende por ‘objeto’, ‘lo que está puesto delante’ (Gegenstand), distinto del sujeto mismo; el objeto está frente al sujeto y le es exterior o exteriorizable. Además observa que la angustia supone un desorden en el organismo que le impide enfrentar las dificultades de la vida. En este último aspecto coincide con lo que señalamos anteriormente, desde un punto de vista antropológico realista, no es que la angustia no tenga objeto, es que el mismo coincide con un malestar difuso y general del mismo sujeto en su base orgánica. No hay conciencia de lo exterior como peligro –como sucede en el caso del miedo-, sino de un sí mismo pobre ante el mundo. Pero parece ser esa misma pobreza y desorden los que impiden captar el motivo y tener la conciencia llena de la propia angustia.


Respecto a los elementos de naturaleza corporal que están ligados a los sentientos, J. L. Soria (Cuestiones de medicina pastoral; trad. J. Cardona Pescador y J. A. García Prieto; Madrid, Rialp, 1973; pp. 264- ) señala dos tipos:

- reacciones fisiológicas: modificaciones hormonales, circulatorias, respiratorias, de la conductibilidad eléctrica de la piel, etc,

- el aspecto motor (muscular) expresivo.

Además, la mayor o menor expresión influye en las reacciones fisiológicas.


También, G. Debus (“Sentimientos”; en Th. Herrmann et al.; Conceptos fundamentales de Psicología; trad. Diorki; Herder, Barcelona 1982; pp. 503-517) reconoce las dificultades que conlleva intentar conocer la afectividad, pero considera que los sentimientos pueden describirse abordándolos desde cuatro planos:

a) comportamiento verbal del que experimenta el sentimiento a tavés de enunciados directos y espontáneos, y a través de los enunciados indirectos que se hacen fuera de la situación acerca del mismo sentimiento.

b) Procesos fisiológicos y bioquímicos: actividad del sistema nervioso central; del vegetativo (presión sanguínea, conductividad de la piel, pupila, pulso, etc.); del endócrino (adrenalina, noradrenalina, hidroxicorticoides, etc.); del motor (potencial de acción, temblores, etc.).

c) Comportamiento motor (el no expresivo): acciones como huída o ataque.

d) Expresión (desglose del plano motor) cambios faciales, de gestos, movimientos expresivos de extremidades, de todo el cuerpo, cambios de la piel (enrojecer, palidecer); cambios en la voz; en los ojos.

El mismo autor señala que, además de considerar la intensidad y la cualidad de los sentimientos, se debe estudiar el curso temporal:

a) duración;

b) acumulación de excitación hasta que se desencadena una acción;

c) cambios repentinos de cualidad (pasar de la risa al llanto o viceversa);

d) habituación o debilitamiento;

e) persistencia;

f) incubación o incremento espontáneo.

continuará...

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