"...esto es lo que los dioses nos han transmitido como método de búsqueda, de descubrimiento y enseñanza; pero los sabios de hoy día hacen lo uno al azar, más rápido o más lento que lo necesario y, luego de lo uno ponen inmediatamente lo infinito; en cuanto a los mediadores, los ignoran,... (inversamente, de lo infinito) no hay que ir inmediatamente a lo uno...". Platon; Filebo; 16 e; 18 b

martes, 22 de junio de 2010

PELÍCULA "CAMINO"

CAMINO

Acabo de ver finalmente este film de J. Fesser (2008) presentado por el director como supuesto homenaje a Alexia y crítica al Opus Dei. “Camino” es el nombre elegido para la niña, en evidente alusión al librito del Fundador. Es posible que el director se haya querido montar sobre la ola de éxito del código Da Vinci, no sé. Lo que sí sé, es que su “homenaje” se vuelve burla  a la niña. Y es realmente enervante.

La verdadera Alexia era una niña de 13 años cuando se descubrió su enfermedad que terminó en su prematura muerte a los 14 años. Era una niña de clase media educada y formada en la fe que murió en uso de razón, sabiendo que iba a morir. Antes de morir sufrió cuatro operaciones y terapias dolorosas. El que quiera puede ver las fotos en las páginas que recogen su corta vida. Si es o no santa, lo dirá la Iglesia. Pero seguro, no fue tonta.

No quiero hablar sin embargo sobre ella, sino sobre el film. Sobre la ficción misma.

Camino en la ficción sólo tiene once años y vive con sus padres, pero tiene una hermana numeraria.

El personaje mejor planteado en la ficción es el del padre. Éste vive fuera de la realidad, siempre sonriendo mientras filma la vida con su cámara super ocho. Al filmar ve a su hija alegre, que ríe, que canta, que baila. No ve su enfermedad, como tampoco vio lo que hizo su mujer alejando a la hija mayor del novio; la muerte de uno de sus hijos mientras era bebé, lo toma por sorpresa: el bebé llora en la cuna y en enseguida aparece muerto en brazos de la madre. Este recurso, que consiste en interponer artefactos entre la vida y el personaje, ya fue usado por Max Frisch en la novela Homo faber para mostrar el alejamiento de la realidad. El padre de Camino, ni siquiera cuando ésta está por morir, cae en la cuenta de la realidad y sale a comprar un vestido rojo que su hija jamás podrá ponerse. Y de tan ciego que estaba, mientras sonríe mirando sus ilusiones, muere por no ver un inmenso camión con el que choca de frente. Es un padre monigote que deja hacer a la madre sin mayores interferencias. No hay dudas que es un personaje posible. Fesser ha dicho que se identificaba con este personaje. Él sabrá por qué lo dice.

El personaje de la madre también es posible –no como representación de la madre de Alexia, repito-. Una mujer fanatizada, que se deja dominar por una secta, y traslada las estrategias de la secta al interior de la familia. Una madre que parece querer mucho a su hija y de tanto que la quiere, la quiere dentro de la secta. Por eso la aparta todo lo que puede de los peligros para lo que sospecha podría ser su vocación. Es la misma estrategia que usó con la hija mayor ocultándole las cartas del novio. En el caso de Camino, oculta la caja de los secretos. Cada vez que oye la música de la cajita se alarma y se prepara para actuar. Del mismo modo, la guitarra de la hija mayor quedó en la casa.

En ambos personajes se sugiere negligencia ante la enfermedad de Camino por no consultar los mejores especialistas desde el principio. También se muestra a la madre excesivamente desprendida ante la muerte o alejamiento de sus hijos.

Al primer médico se lo muestra también como negligente que no investiga lo suficiente y manda ejercicios para la columna.

La hermana es otro personaje de ficción posible: adolescente despechada por el abandono supuesto del novio entra en convento. Acá no se trata exactamente de un convento, pero el argumento funciona igual y es creíble.

La que no es creíble es Camino: una niña de once años, educada y cristiana que sabe que está por morir en medio de grandes dolores y, sin embargo, está pensando en el vecinito pastelero y en participar de una obra de teatro. A mi no me cierra. Puedo imaginarme a un adulto que no quiera enfrentar la realidad de la muerte que se avecina para no pensar en sus pecados; puedo imaginar que un niño muy pequeño no tenga conciencia de la muerte. Pero no es el caso de este personaje.

El argumento me recuerda un film sobre Santa Juana de Arco, donde se desacredita a Juana como Santa, desde una perspectiva reduccionista psicoanalítica. Juana habría tenido obsesión por las espadas porque su hermana había sido violada por un soldado mientras pendía con sus ropas clavadas a la pared; y por lo mismo Juana se habría vestido de varón y hecho la guerra. Juana habría sospechado de las voces por la violencia de la guerra, etc.

En el caso de Camino, la niña no sería santa ya que, cuando nombraba a Jesús, en realidad estaba pensando en su vecinito llamado así. Tampoco habría pedido ingresar al Opus Dei –conocido como la Obra-, sino participar en la obra de teatro. Además, el ángel de la guarda la atemorizaba y soñaba con que se la quería llevar. Inclusive hablaba durante la Misa para invitar a sus compañeras a participar de actividades del Opus.

Es notable que, al final de la película, mientras se rechaza lo sobrenatural, se incluye lo mágico: Camino dice las frases que corresponden a lo que sucede en la obra teatral en otra ciudad. Incluso vive una mágica y extraña conexión con su enamorado distante, con quien, finalmente muere abrazada. Sin embargo, el director se encarga de mostrar que en la filmación de Camino y el sillón donde veía sentado a Jesús, no hay nada.

El director se cuidó de no mostrar a la niña con una sexualidad despierta, sino simplemente como una preadolescente soñadora. Sin embargo, como Camino sabe que va a morir, evidentemente su personaje se vuelve tonto. Es otra peli materialista más.

El director ha confesado no tener fe, pero no le hacía falta.







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