Enviado por Luciana Yapur Budeguer
“Y no me digas que no quieres combatir; porque en el instante mismo en que me lo dices, estás combatiendo; ni que ignoras a qué lado inclinarte, porque en el momento mismo en que eso dices, ya te inclinaste a un lado; ni me afirmes que quieres ser neutral, porque cuando piensas serlo, ya no lo eres; ni me asegures que permanecerás indiferente, porque me burlaré de ti, comoquiera que al pronunciar esa palabra ya tomaste tu partido. No te canses en buscar asilo seguro contra los azotes de la guerra, porque te cansas vanamente; esa guerra se dilata tanto como el espacio, y se prolonga tanto como el tiempo. Sólo en la eternidad, patria de los justos, puedes encontrar descanso; porque solo allí no hay combate; no presumas, empero, que se abran para ti las puertas de la eternidad si no muestras antes las cicatrices que llevas; aquellas puertas no se abren sino para los que combatieron aquí los combates del Señor gloriosamente, y para los que van, como el Señor, crucificados.” (DONOSO CORTES, JUAN, “Ensayo sobre el Catolicismo, Liberalismo y Socialismo”, Buenos Aires, Depalma, 1965, p.344.)
"...esa guerra se dilata tanto como el espacio, y se prolonga tanto como el tiempo..."
ResponderEliminarEsto me hizo acordar a los versos de Horacio que comentaba Komar:
"... post equitem sedet atra cura"
El que escapa del compromiso, del riesgo o del combate se lleva la angustia o el miedo tras de sí. Y esto hasta el punto que la hallará sentada en las ancas del mismo caballo con el que emprendió la huída.