Dietrich von Hildebrand |
“[…] se presenta una tercera clase de compromisos y exigencias, que no son ni ‘hipotéticos’ ni ‘auto-producidos’. Se verifican siempre que la persona se halla frente a un valor muy importante y, sobre todo, con una significación de orden moral. Lo valioso reclama interés y entrega por nuestra parte, no como consecuencia de un objetivo elegido libremente, sino en virtud de su valor intrínseco y sin condicionamiento alguno. Lo valioso no nos dice: ‘Si tú quieres conseguir tal o cual objetivo, has de tomarme en consideración’. Por el contrario, exige, sin más, mi entrega. Por ejemplo, si alguien ve a una persona en peligro de muerte, el socorrerla obliga incondicionalmente, no en razón de un objetivo libremente elegido. El reino de los valores significativos por sí mismos nos plantea exigencias ‘absolutas o categóricas’, y no de carácter hipotético. De la importancia latente de los valores se deriva que nuestro interés por ellos no depende, en ningún caso, de una finalidad elegida por nosotros; más bien, ellos son los que nos fijan determinados objetivos. El objetivo de una vida moralmente buena no es elegido por mí de manera caprichosa. Estas exigencias no son meramente hipotéticas, y tampoco son, en modo alguno, autopropuestas. No se presentan como exigencias porque nosotros las hayamos concretado mediante un acto libre, sino porque se trata simplemente de valores, porque son importantes a causa de su contenido, porque ellos son lo que son. Sin demandar previamente nuestro consentimiento, lo bueno se presenta ante nosotros exigiéndonos, pasando por encima de nosotros con soberana majestad, y el compromiso absoluto que nos vincula a lo bueno no procede de ningún acto libre, sino que tiene su origen en la propia naturaleza del valor. […]”.
Dietrich von Hildebrand, fragmento de “La auténtica autoridad”, trad. J. M. Barrio Maestre, en Educación y valores nº 5, (103-112), p. 105.
Alice Jordain von Hildebrand |
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